Investido hombre,
entre hombres, pájaro doliente.
Miro sus manos -digo sus alas-
posar sobre guitarras.
En una estela egipcia
descubro su perfil de ave.
Si agitan las tormentas,
trocado chajá, remonta
más allá de las nubes
para cantarle al sol.
Mirame Juan,
para verme con tus ojos,
le dijo un ciego en El Bajo;
de la mano de Lucho,
busca refugio entonces
en el capullo aterido
de los bandoneones náufragos.
Espero que duerma
para auscultarle:
en la jaula del pecho
-allá muy hondo-,
un rumor de zambas, de vidalas...
(¡Lo sabemos tan poco,
analfabetos en pájaros!)
gracias...
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