miércoles, 1 de septiembre de 2010

MARIPOSA DE OCTUBRE. Un soneto del Tata Herrera.



Caminabas al borde de la tarde.
Viajó, por verte, el Sol bajo las nubes.
Llegabas con los vientos de Octubre,
mariposa temprana, y en la calle

dejé mi piel de vieja pesadumbre.
¿Pensaste acaso en la suave paradoja
de la angustia en que tu llegar me sume,
si presiento tu adiós que me acongoja?

Te ceñiré a mí desesperado.
Fundiré tus huesitos a mis huesos.
Arderá nuestro leño con los besos.

Sentiremos tal vez que fue soñado
el fulgor que envolviera nuestros cuerpos.
¿Encerramos en lo fugaz lo eterno?



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